EL ODIO HACIA UNO MISMO
¿Quién no se ha equivocado alguna vez? ¿Quién no ha roto un plato o ha metido la pata en algún momento? ¿Quién no ha sido cobarde en según qué situaciones? Aunque creo que todos pasamos por aquí, algunos tardamos en verlo o incluso, nos negamos a la existencia de dicho error.
Creo que no existen las decisiones erróneas. Sin embargo, ahora puedo hacer un matiz con el que puedo añadir más profundidad al respecto. Creo que no hay decisiones erróneas sino decisiones que pueden estropear toda una vida al completo o varias si con esa decisión has influido negativamente en otras. ¿Qué quiero decir con influir negativamente? Me refiero a HACER DAÑO. De este modo puedo decir con bastante paz que no hay decisiones buenas o malas y equivocadas o acertadas, sino que hay decisiones que causan daño a uno mismo o a los demás o no lo causan.
Por otro lado, tendemos a creer que no somos responsables de nuestra vida, de lo que nos ocurre, de las personas que aparecen… Y esto para mí es totalmente falso, puesto que nuestra vida es una recreación continua de decisiones tomadas y de actos ejecutados. Cuando no somos conscientes de esto, la vida “nos regala” un saco de problemas: nos falta el dinero, el trabajo, el amor, nos fallan las relaciones, sufrimos, etc. Y es tan sencillo como, VOLVER A MIRAR. Mirar con ojos distintos y escuchar qué es lo que nos estamos queriendo decir. Normalmente, siempre es algo relacionado con el amor hacia uno mismo y con el amor hacia los demás. Bueno, esto puedo afirmarlo sin quemarme: SIEMPRE SE TRATA DEL AMOR que nos profesamos.
¿Qué tiene que ver todo esto con el odio? Es sencillo, somos nuestro peor verdugo y nuestra peor víctima. Cuando nos odiamos, levantamos un gran muro entre la vida y nosotros aislándonos así del amor que la vida nos profesa. Aunque te creas lo más rastrero, cruel, indigno o lo peor que ha existido en el universo, la vida te ama. Porque al final, todo se reduce a una serie de oportunidades que la vida nos brinda para tomar consciencia de nuestro propio odio y derribarlo. Puedes haber hecho daño a personas que has querido o que quieres con todo tu corazón, pero eso no te hace peor persona. ¡Es que no existen las peores ni las mejores personas! Solo somos nosotros mismos en un punto concreto de nuestra experiencia, experiencia que llevamos a cabo para evolucionar. Ahí está el amor que te da la vida, te está dando oportunidades continuas para que rectifiques y asumas tus propias decisiones y actos con toda la comprensión posible. ¿Se le puede pedir peras a un manzano? NO. Solo se puede aceptar que el árbol da manzanas porque no puede hacer otra cosa.
Si en este momento te odias porque eres una persona horrible o porque has hecho mucho daño, está bien. Está bien si así necesitas que sea. Pero recuerda, que cada experiencia vivida te trae multitud de regalos, como por ejemplo, oportunidades para cambiar a una versión mejor de ti mismo. Si la cagaste, ACÉPTALO, aprende por qué lo hiciste, qué te pasaba durante el proceso, qué estabas demandando, cuáles eran tus circunstancias… ¡conócete en aquel instante! Y luego, sigue adelante con lo extraído de esa experiencia sin culpa y sin juicio. Si no has aprendido del todo, no te preocupes, no tengas miedo tampoco porque la vida como digo, te ama, y te ayudará a que te vuelvas consciente de todo lo que necesites. Si necesitas pedir perdón, hazlo, por supuesto. Es un acto liberador. Pero no te quedes ahí, suelta el látigo y créete merecedor de todo lo bueno que pueda haber para ti.
El universo no te juzga ni discrimina ni te castiga. El universo solo responde a lo que tú eres. Tampoco tengas miedo de perder a personas queridas, puesto que ellas también están en su derecho a decidir qué hacer al respecto libremente. Así que a ti que estás leyendo esto te digo, que si alguna vez has causado un daño muy grave a alguien a quien realmente querías y por eso has decidido odiarte, no olvides que la vida no puede evitar amarte… Y te ama tanto, que no parará hasta que tú también lo hagas.
Con mucho amor, Fani.
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