EL JUICIO
En esta ocasión quiero dedicar un artículo al juicio. El diccionario define “juicio” como la facultad del entendimiento. Sin embargo, desde el punto de vista desde el que trabajo y por como concibo mi vida, elijo usar la palabra juicio para una situación energética muy concreta. ¿En qué consiste esa situación? Viene dada por un número de puntos internos que están de acuerdo en una situación. Esos puntos internos apoyan una emoción muy concreta y una forma de pensar semejante en vibración. Es igual que decir que entiendo una situación pero desde un punto de mí mismo muy específico y por tanto, limitado.
Voy a poner un ejemplo sobre el que te voy a pedir que te proyectes durante un momento. Imagina una sala de juzgados llena de gente en la que todos y cada uno está de acuerdo en una cosa: lo que está ocurriendo en ese momento presente. Bien, pues esta sala llena de gente que está de acuerdo y sentenciando sobre lo que ocurre es el juicio del que estoy hablando, solo que a nivel energético. Es decir, hay bastantes puntos internos de ti mismo de acuerdo con algo concreto: fumar es malo, el asesinato es una atrocidad, ese trabajo es una mierda… Ahora voy a hablar de situaciones desde el juicio emitidas en primera persona: esa persona es odiosa, no merezco vivir, eso es de tener poca vergüenza… Independientemente de que tengamos razón o no (ahí no voy a entrar), necesito tener claro que ante esos juicios que emito sobre mí mismo o sobre otros, estoy condenando a que la situación que estoy viviendo sea exactamente eso, lo que estoy juzgando, y que en su lugar, no pueda haber otra explicación u otro punto de vista a considerar.
¿Qué sentido tiene considerar otros puntos de vista o abrirnos a que las cosas puedan ser de otra manera? Pues el sentido principal que encuentro es el de liberarme de una carga que me pongo a mí mismo sobre qué estoy siendo en ese momento o sobre qué están siendo otros. ¿Sabes cuántas situaciones negativas sostenemos dentro de nosotros por estos juicios? ¿Y la cantidad de energía que es necesaria para sostenerlos? Mucha, te lo aseguro. Para empezar, sostener un juicio requiere un apoyo emocional porque aquí está la gracia: sin emoción no hay juicio. Aunque la emoción en apariencia no esté, la encontramos soterrada y encapsulado, así que está. Si no tuviera esa emoción que apoya el juicio, NO PODRÍA VER ESO, VERÍA OTRA COSA DISTINTA.
Nuestra mente es una de nuestras partes más poderosas, porque es nuestra parte masculina proyectando el camino. Varían los efectos generados en si uso mi mente para proyectar apertura (otras visiones, otras formas, otros caminos…) o para proyectar cierre (la concretitud de las cosas). Ninguno es mejor o peor que otro, son facultades que tenemos: abro caminos o los cierro en función de lo que elija en momento presente. ¡Menuda herramienta eh!
¿El juicio es malo en sí? No, ni es malo ni es bueno. Es lo que es, una forma de proyectar la energía. Ahora bien, existen juicios dañinos que sostenemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida en periodos más o menos prolongados de tiempo. Así que, si sostengo un juicio dañino hacia mí (soy un desastre) o hacia otro (esa persona es odiosa) lo único que estoy haciendo es admitir esa energía en mi vida y que siga presente una y otra vez. Dicho de paso, me cierro a mi propio corazón y al amor que pueda recibir ya que estoy autogenerándome un bloqueo energético.
En algunos casos tenemos tal juicio sobre lo que es la vida o lo que son las personas, que no hay quien nos baje de ahí. Resistimos como unos campeones y seguimos luchando, ahí, tenaces, constantes y cerrados sosteniendo el mismo tipo de energía como antenita del universo. Sé por experiencia, que cuanto más cerrado estás, más fuerte tiene que ser la sacudida que te saque de ese cierre. Ahí encontramos el sufrimiento como una vía alternativa para ver lo que de otra forma no podemos ver. Y NO PASA NADA. Ya lo haremos de otra forma cuando podamos. 🙂
Si estás leyendo esto y tienes problemas para soltar ciertos juicios, lo único que te puedo decir es que entonces el conflicto no está en el juicio, sino en la emoción que sostienes y que no sabías que la sostenías hasta que te ha gritado: ¡eh estoy aquí! ¡Necesito que me sanes! Ahí es cuando aparece la magia y lo que parecía ser un ogro se convierte en un regalazo que te brindas, así, porque lo mereces y punto.
Gracias, con Amor.
Fani.
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