Un trocito de mi experiencia de vida…
Comparto en este post un pedacito de mi vivencia. Es parte de mi libro “El Camino de la Flor de Lis”. Recomiendo su lectura para este verano, es fresca y fácil. Al final del post encontrarás un blog dedicado al libro y un vídeo de presentación. Si deseas adquirirlo, escríbeme a laescueladelaflordelis@gmail.com
Que lo disfrutes. 🙂
Primer año. Como es arriba es abajo.
La noche oscura.
Ahora sé que este capítulo comenzó el día de mi veinticinco cumpleaños, el 31 de diciembre de 2010. En aquella época mantenía una relación de pareja muy especial, conflictiva, intensa y desvastadora. Unos tres meses más tarde, a mediados de marzo de 2011 algo me hizo retornar a la conciencia del momento. Por todo lo vivido en esta relación había adquirido una actitud de sumisión hacia la vida y había perdido totalmente lo que yo había sido hasta entonces. Por amor a otro alguien, me perdí, hasta tal punto que quedé totalmente anulada y durmiendo como en un hechizo. Por debajo de la mesa, se cocía ese amor propio que me ha salvado en otras ocasiones durante el pasado. Ese amor propio se revelaba en contra de lo que vivía, me mandaba un mensaje desde mi subconsciente: la vida tiene que ser más que esto. Ese día de marzo, unas palabras oídas de boca del compañero de evolución me hicieron despertar de ese sueño aletargado en el que me dejaba llevar por él. Fue mi orgullo el que me hizo decir: hasta aquí he llegado, se acabó; ya no aguanto más. Así actué en consecuencia y me fui de su lado. Internamente volví a un momento en el que estuve tres años antes cuando vivía en Sevilla. Lloraba a todas horas y habitaba en un estado de depresión constante. Es así como unos días después, tras vagabundear entre el dolor del alma y la desesperación, llegué a algo que llamo el inframundo. El inframundo es un lugar donde solo existe el dolor, el miedo y la angustia. ¿Por qué llegué ahí? Porque me di cuenta de que la realidad de esta persona con la que compartí cierta parte de mi vida y la mía eran totalmente válidas, ambas igual de reales (valga la redundancia) e igual de respetables puesto que nacían de cada uno. ¿Qué es lo que me impactó tanto entonces? Que esta persona con la que conviví, era un tipo de persona al que le llamamos maltratador psicológico y emocional. Dicho de otra forma, cada vez que hablaba sobre mi forma de actuar, tenía razón. Dentro de mí había algo que lo apoyaba y por eso pude ceder ante sus formas de verme y amoldarme a su forma de actuar en la vida. La jugada quedó bien clara desde un principio, aunque no había sabido verla ni imaginaba que pudiera ocurrir esto entre las personas que decían de quererse. Desde el comienzo un amor intenso, al poco tiempo, retirada de su amor progresiva por no ajustarte a lo que él espera de ti, luego viene la comedura de cabeza y las jugadas para llevarte a su terreno y conseguir, muy poco a poco, que cambies, que te conviertas en aquello que él desea. Aún así, eso no funcionó, porque nunca pude ser lo que él necesitaba. En primer lugar porque solo existe en su mente, en segundo, porque dejé de ser yo. Respiraba, comía, hacía mis quehaceres, todo de forma automática y aséptica. Así me quedé, y desde ese punto, al separarme fue como mi sistema emocional volvió a presentarse dejando salir todo lo oprimido durante aquel tiempo junto a él. Salió mucho dolor.
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